Al principio era el agua.

Y aún hoy lo es.

La empresa nace a mediados del siglo pasado como un taller artesanal para el embotellado del agua mineral y luego se convierte en un negocio industrial.

Su nombre remite al manantial Galvanina que se encuentra en un lugar que ya conocían los Romanos: el monte Paraíso. En la segunda mitad del siglo XX se hallaron muchos restos arqueológicos durante una campaña de excavaciones para la construcción del nuevo sistema de recogida de las aguas manantiales. Hoy en día, estos restos se conservan en el museo de la empresa.

El agua es pura en el manantial, tiene un equilibrio perfecto de minerales y es rica en minerales. Incluso el proceso de formación de carbonatos es natural; de hecho, Galvanina solo usa dióxido de carbono de origen mineral natural.

Nada es casual.

Galvanina es una historia hecha de autenticidad, calidad, atención por el detalle con un objetivo muy claro: hacer que las personas sean felices a través de una experiencia de sabor.

Las mejores frutas y los mejores cítricos, las perfumadas hierbas aromáticas del sur de Italia y de la cuenca del Mediterráneo desempeñan un papel determinante en nuestras bebidas.

No se trata tan solo de sabores sencillos: es el conjunto del medio ambiente, de la atmósfera, de la historia, de la cultura y de un cierto estilo de vida en los que nos inspiramos para crear experiencias auténticas para celebrar los pequeños y grandes momentos de placer.

La calidad es nuestro punto de valor, los sabores naturales son nuestra característica inconfundible, todo ello encerrado en una botella icónica. Mucho más que una bebida: una experiencia que esculpe la memoria del gusto.

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